Tú eres la piedra en tú zapato.
- Eduardo Vargas
- 17 sept 2018
- 4 Min. de lectura

No es fácil reconocer que la peor piedra que tenemos en el zapato somos nosotros mismos.
¿Qué es tener una piedra en el zapato?
Imagina lo difícil que es caminar con una piedra en el zapato, es molesto, maltrata y hasta te genera dolores en el resto del cuerpo. Además, nuestros pies son el símbolo de la conexión que tenemos con la tierra. Nuestros pies son la base de nuestra estabilidad. Unos pies maltratados no pueden sostener el resto del cuerpo.
La Piedra en el zapato es una metáfora que utilizamos para decir que hay algo que nos está entorpeciendo nuestro camino a la plenitud, al desarrollo de nuestro ser. Así de molesto es sentir la piedra en nuestros pies, molesto es sentir que existe algo que no nos permite avanzar, que no nos permite crecer.
Existen las piedras mentales. Juicios y creencias que tenemos sobre nosotros mismos, los demás o la vida pueden ser un verdadero lastre en el camino de vivir. Estas piedras se encargan de destruir encuentros interesantes, aprendizajes necesarios y experiencias reveladoras. Desnudarse de juicios es un ejercicio saludable que nos abre un mundo de posibilidades de relación. También conviene revisar las creencias que tenemos sobre nosotros mismos, ya que pueden ser verdaderas mordazas para el cambio en nuestra vida. Conviene de vez en cuando sentarnos a reflexionar, incluso tomar un papel y un lápiz y hacer un inventario de esas piedras – opiniones que se nos cuelan y que tanto nos puede llevar a perder.
¿Qué son los juicios?
Son opiniones sostenidas sin base, sin conocimiento suficiente. Los juicios implican, la elaboración una opinión acerca de una persona o situación, antes de determinar la preponderancia de la evidencia (es decir, si ese juicio es real o no). Implica una forma de pensar que se encuentra relacionada de manera muy íntima con comportamientos o actitudes que podríamos considerar como de discriminación. La mayoría de los juicios surgen por conveniencia, con el objetivo de discriminar, dominar o descartar a otras personas, o aceptarlas sin reflexionar si en realidad es buena o mala, o si nos encontramos ante una opinión objetiva o subjetiva. Por eso los juicios son una de esas piedras emocionales que no nos permite tener relaciones sanas con otros ni con nosotros mismos.
Están también las piedras emocionales. Son aquellas que se cuelan en forma de relaciones no deseadas o tóxicas, en lugar de hacernos crecer, nos hunden anímicamente. Compañías limitadoras, castradoras, negativas que nos hacen sentir mal, generan mal humor y pesimismo y nos abren las puertas al agotamiento psicológico e incluso a la depresión. Son además causantes de serios daños a nuestra autoestima, así como frenos a nuestro potencial de desarrollo como personas. También vale la pena hacer balance de vez en cuando de esas relaciones piedra y quitarlas antes de que acaben con nuestra paz interior, buen humor, alegría y placer de vivir.
En nuestro camino de vida, siempre nos hemos topado y nos vamos a seguir topando con personas tóxicas o lo que yo denomino, vampiros emocionales. Si bien es cierto que este tipo de personas, nos enseñan, también se convierten en unas enormes rocas en nuestros zapatos. A este tipo de gente hay que evitarla, tenerla de lejos. Ellas llegan a tu vida mediante el engaño, te enamoran, se muestran como gente confiable y luego cuando emocionalmente te han chupado, se van y ni siquiera te das cuenta que se fueron.
Seguimos con las piedras materiales. Incluimos aquí una amplia gana de objetos de escasa o nula utilidad que vamos acumulando, así como todas aquellas compras que nacen de una bulimia consumista y de la necesidad compulsiva de tener para sentirnos vivos. Y es que, en realidad, quien vive de las necesidades ajenas no se apura en resolverlas. Por ello es fácil que se nos llenen los zapatos de piedrecillas llamativas pero inútiles. Además de saturar nuestro espacio vital, queda afectada nuestra salud financiera. Luego, echar un vistazo a nuestros cálculos financieros, nunca mejor dicho, puede ser sumamente saludable.
Somos seres tan inseguros y tan vacíos que pretendemos llenar nuestra vida con objetos materiales que al final terminamos colocándolos en un rincón de nuestra casa, en el cuarto, en un gavetero o simplemente, terminamos botándolo. Pensamos en el qué dirán si nos ven con el teléfono de última generación o con el carro del año, con la mejor ropa o con cualquier otro objeto. Estas piedras, no solo son de índole material, sino que afectan nuestra economía.
Piedras de malos hábitos. Las piedras también se pueden colar en nuestra vida en modo de descuido de nuestra salud, apatía a la hora de cuidarnos. La piedra de la resignación y de la pereza apenas se nota cuando entra, pero a la larga sus efectos pueden ser devastadores. ¿Qué tal sacudirse de vez en cuando este tipo de piedras pasivo – agresivas y darnos ahora sí, un buen paseo bien calzados, buscando compañías agradables con quienes intercambiar ideas interesantes?
Pero ¿Qué pasa cuándo Tú te conviertes en la peor piedra en tu propio zapato?
Mayormente somos nosotros los que nos convertimos en la piedra que nos imposibilita el camino a la plenitud. Bien sea a nivel Biológico, Psicológico, Somático, Espiritual, inclusive a la Trascendencia.
Vamos a ir paso a paso estudiándonos y ver en qué momento nos convertimos en nuestras propias piedras metidas en nuestros propios zapatos.
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